Espero impaciente cada mes que llegue el boletin de AEMO (Asociación Española de Municipios del Olivo) porque siempre viene algún articulo que yo hubiera querido escribir.
Este mes, aparte de la Editorial que os aconsejo leais, no me resisto a copiaros literalmente uno de sus artículos en esta entrada.
Solo tengo que añadir que quienes estamos del lado de la sensatez, la coherencia y el sentido común, y que no somos, como siempre, el bando de los más poderosos, defendemos la calidad y la valoración sensorial porque estamos convencidos de que es la ÚNICA vía que tiene el sector productor de salir del pozo en que lo han hundido.
Quisiera también añadir que la mayoría de los que hablamos e intentamos concienciar, debatir y hablar claro, aún a pesar de recibir reprimendas, no vivimos de esto, o más bien, no tenemos intereses directos, porque nuestro sueldo, nuestra riqueza-pobreza no depende directamente del precio que tenga el aceite, pero como ciudadanos y mucho más como técnicos y especialistas no podemos permanecer indiferentes ante tanta ignorancia (consciente o no) y tanta “desinformación dirigida” que está recibiendo el productor, siendo incapaz de diferenciar a quienes de forma encubierta están "defendiendo" sus intereses, pero que en la realidad, son su peor enemigo.
Boletin AEMO nº 106:
Algo se mueve en el subsector del aceite de oliva virgen extra … auguramos un 2012 donde la calidad, en el sentido más sensorial de la palabra, será reivindicada en varios frentes
Ante los acontecimientos de los últimos meses ya nadie puede negar que existen dos corrientes en el sector oleícola de nuestro país. Unos opinan que todos los tipos de aceites de oliva deben ir en el mismo barco reivindicando la eliminación del análisis sensorial como parámetro de calificación y otros que se decantan por dejar claro al consumidor que los aceites de oliva vírgenes y los aceites de oliva refinados son dos productos diferentes, ambos con sus ventajas, pero diferentes… y abogan
claramente por mantener la cata como parámetro obligatorio para garantizar el producto final al consumidor
Desde luego lo último que necesitaríamos en este momento es un sector oleícola dividido porque esto, sin duda, terminaría perjudicando los objetivos comunes que todos debemos tener. Pero la situación es la que es, los movimientos son los que son y nuestro boletín se dedica a tomar el pulso periódicamente al sector por lo que obviar la realidad de lo que está ocurriendo no está en nuestro manual.
A nadie que sigua el sector del aceite de oliva en España (y en el mundo) se le escapa que en los últimos meses existe un debate sobre la mesa acerca de lo que es calidad y sobre como hay que valorarla, sobre la confusión que crea, o no, los actuales nombres comerciales del aceite, sobre si existe fraude y sobre si este es intencionado, o no, etc, etc.
Algunos opinan que denunciar públicamente ciertas prácticas es negativo para todos porque crea alarma social entorno al aceite, otros responden afirmando que el problema no es que se denuncie la infracción, sino que se cometa.
Unos aducen que la valoración organoléptica es subjetiva y que el deterioro organoléptico puede producirse fuera de las almazaras, otros defienden que el panel test garantiza al consumidor que cuando compra un virgen extra compra frutado, compra ausencia de defectos, compra excelencia.
Existen ciertos lobbys de presión que podemos llamar G4, G5 o Gx, formados fundamentalmente por envasadoras, que trabajan en las cavernas de Europa para convencer a los que legislan con sus criterios frente a otros, más numerosos pero menos organizados, que van a intentar frenar estas corrientes abanderando la calidad sin restricciones como bandera.
En fin podemos hacer un símil que no nos gusta en sí mismo, pero diremos que se está preparando una batalla dentro del sector oleícola que se desarrollará en 2012 donde existen dos bandos. Uno más potente y organizado que con pocos generales diseña, en una oscura sala, la estrategia sobre una mesa, y otro compuesto por diferentes comandos desperdigados que se intercomunican por vías internas pero que avisamos que se están organizando… y España siempre ha sido un país donde la guerra de guerrillas ha funcionado.
Sin ánimo de encrespar más el ambiente hemos tratado de mostrar una realidad que viviremos pronto y cuyos primeros tiros comienzan a sonar ya en el oscuro horizonte.
Sólo deseamos una cosa, antes de que se genere una guerra abierta aún nos queda la esperanza de que se reflexione y se piense si todo esto beneficiará al sector productor español, dejando claro que todo, absolutamente todo, pasa por cumplir la legislación de calidad de forma tajante, tal y como está definida en estos momentos.
Nosotros sabemos en qué bando estamos, los pueblos del olivo sólo tienen una elección para la supervivencia del cultivo, pero nos pronunciaremos en su momento porque no nos corresponde dar el primer paso.
Algunos de vosotros podéis reprochar a este artículo la indefinición y falta de claridad y a nosotros sólo nos
queda daros toda la razón a los que así opinéis, pero por el momento esto es lo prudente y dejemos a los actores que se manifiesten claramente cuando llegue la hora, porque de ellos es la iniciativa.